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Mitos del comportamiento humano en situaciones de emergencia

A la hora de realizar el diseño de un plan de autoprotección y más concretamente el plan de actuación ante emergencias, es fundamental que conozcamos el “componente humano” ante estas situaciones.

Las noticias, el cine y la televisión inducen, en ocasiones, a que se tengan preconcebidos unos patrones de comportamiento de las personas cuando se declara una emergencia. Distintos estudios basados en situaciones reales echan por tierra algunos de los principales mitos y prejuicios que se utilizan como base a la hora de establecer un plan de actuación.

“Resulta más eficaz identificar cómo las personas responden normalmente a una alarma y, a continuación, diseñar un plan de emergencia basado en esta información en lugar de diseñar un plan y esperar que las personas lo cumplan.” Erik auf der Heide. Common Misconceptions about Disasters: Panic, the ›Disaster Syndrome‹, and Looting. En: O’Leary, M. 2004. The First 72 Hours: A Community Approach to Disaster Preparedness. Lincoln, Nebraska, iUniverse Publishing.

 

MITO 1: Las personas responden a una alarma inmediatamente. FALSO.

¿Cuántos de nosotros hemos vivido situaciones en nuestros centros de trabajo, establecimientos comerciales, hoteles…donde ha sonado la alarma contra incendios y hemos seguido con nuestras actividades?

Las personas sólo actuamos de forma inmediata cuando percibimos claramente un peligro para nuestra integridad física o para la de la gente que nos rodea.

En la mayoría de las ocasiones, las situaciones de alarma no son tan evidentes y solemos esperar a recibir información adicional, buscar indicios de humo, llamas…perdiendo un tiempo muy valioso que, en el peor de los escenarios, puede marcar la diferencia entre que haya o no víctimas.

Los técnicos y responsables del desarrollo de un plan de actuación debemos tener en cuenta este hecho a la hora de su diseño, de cara a conseguir una evacuación inmediata y organizada. Para ello podemos contar con las siguientes herramientas:

– Analizar si el sistema de comunicación de alarma es el adecuado para la tipología de ocupantes existentes en el establecimiento: con independencia de los requisitos mínimos que exijan las disposiciones legales aplicables, debemos garantizar que la señal de alarma genere una actuación inmediata de acuerdo al plan establecido. En ocasiones, puede que no sea suficiente una señal acústica y/o luminosa y deban darse instrucciones verbales a través de un sistema de megafonía o de los equipos de evacuación.

– Formación, información y realización de simulacros: es esencial que los ocupantes conozcan en todo momento cómo y cuándo actuar en una situación de emergencia. Para ello deben reconocer de forma rápida e inequívoca la señal de alarma. La realización de simulacros, la formación periódica y la información son fundamentales para lograr este objetivo.

– Correcto mantenimiento de los equipos de detección y alarma: debemos procurar que el índice de falsas alarmas sea el menor posible. La elección y diseño de los sistemas así como su adecuado mantenimiento son la base para su correcto funcionamiento en caso de una situación de emergencia.

 

MITO 2: Las personas entran en pánico cuando se enfrentan a una situación real de emergencia. FALSO.

Diversos estudios e investigaciones sobre el comportamiento humano en emergencias por incendios, han llegado a la siguiente conclusión: a pesar del carácter estresante y sorpresivo de este tipo de situación, la gente generalmente responde de una manera “racional” no siendo habituales las reacciones instintivas y de pánico.

“El miedo, a pesar de ser un potente motivador, no conduce necesariamente a comportamientos de pánico en situaciones de desastre y emergencia”. Paul und Ron Gantt. Disaster Psychology. En: Professional Safety, agosto de 2012)

Las situaciones de pánico, aunque poco habituales, se pueden presentar si se dan alguna de las siguientes circunstancias:

– Percepción de un gran peligro para uno mismo o las personas cercanas.

– Creencia de que el rescate es posible pero las rutas y opciones de escape son limitadas o están bloqueadas.

– Sensación de desamparo e incapacidad de evitar el peligro por otros medios.

Para evitar en lo posible las situaciones de pánico, podemos actuar sobre los dos últimos puntos mencionados anteriormente:

– Establecer medidas de protección redundantes: planificación de rutas de evacuación alternativas, espacios seguros…

– Proporcionar equipos de protección fiables y formar al personal sobre su uso así como de protocolos de actuación: uso de equipos de respiración autónomos, extintores, bies, mantas ignífugas, procedimientos de primeros auxilios…

– Realización de simulacros y prácticas: crear escenarios similares a los de una posible situación de emergencia y poner en práctica la formación recibida, contribuye a que las personas actúen de forma más segura y eficaz ante una situación de peligro real. Para su efectividad, es indispensable que esta práctica sea periódica y se integre en el sistema de funcionamiento general de la empresa.

MITO 3: Las personas sólo piensan en salvarse a sí mismas

En situaciones de emergencia las personas solemos actuar como lo que somos: seres sociales. Esto significa que, en este tipo de escenario, lo habitual es que predomine el “altruismo” y la colaboración, sobre todo cuando quienes nos rodean son personas conocidas: compañeros de trabajo, familiares y amigos, vecinos…

Este tipo de respuesta puede ser mayor o menor en cada individuo en base a las circunstancias de la emergencia, la experiencia y conocimiento adquirido, su rol en la organización…

Potenciar esta conducta innata puede ser esencial en la gestión de las emergencias y por ello debemos considerar las siguientes actuaciones:

– Formación práctica en la que se trabaje en equipo.

– Cambio de roles: en las prácticas y simulacros puede ser útil cambiar los roles de las personas involucradas de cara a que empaticen con la situación de otros compañeros o incluso de personas ajenas a la organización: visitantes, clientes, trabajadores externos…

– Definir correctamente las responsabilidades y funciones de cada persona implicada en la gestión de las emergencias.

– Fomentar la participación de todo el personal en el control y gestión de posibles emergencias: puede ser muy útil, tras la realización de un simulacro, solicitar la opinión y sugerencias de todos los participantes de cara a detectar deficiencias y proponer mejoras.

En próximos posts seguiremos profundizando en más aspectos relacionados con la “psicología” de las emergencias que resultan fundamentales en el éxito del diseño e implantación de un plan de autoprotección.

Fuentes:

  • Erik auf der Heide. Common Misconceptions about Disasters: Panic, the ›Disaster Syndrome‹, and Looting. En: O’Leary, M. 2004. The First 72 Hours: A Community Approach to Disaster Preparedness. Lincoln, Nebraska, iUniverse Publishing.
  • Gantt, P. + R. 2012. Disaster Psychology. En: ProfessionalSafety, agosto de 2012).
  • Papeles del Psicólogo, 1997. Vol. (68). La conducta humana en los incendios Fernando Talayero, Juan Ignacio Aragonés.

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